El cachorro de perro y la posesión

El cachorro de perro y la posesión

Básicamente, muchos animales se comportan igual en las fases de aprendizaje de cachorro que nosotros. Tanto ellos como los humanos necesitan explorar su entorno con sus sentidos para irlo comprendiendo. Los sentidos que más información ofrecen de nuestro entorno son el tacto y el gusto.

Como muy bien sabemos, un bebé coge todo lo que se encuentra a su alcance y se lo lleva a la boca, a través de este comportameinto recibe un sin fin de información sobre el objeto investigado que le sirve para comprender su mundo. De igual manera nuestro cachorro de perro buscará coger todo lo que encuentre y saborearlo.

Labrador negro jugando con una pelota

En casa es muy difícil no dejar a su alcance algún objeto de valor, no tanto monetario, sino apreciado o necesitado por nosotros y la respuesta habitual que suele recibir son gritos o tirones para que devuelva el objeto que tiene fuertemente agarrado con los dientes. Pero con ello sólo conseguimos que huya y nos gruña si queremos quitárselo, es decir: aumentar su sentido de la posesión.

Tirar del objeto solamente acentuará sus ganas de poseerlo

Además, otro error muy común es pensar que vamos a poder arrancar de sus fauces nuestro zapato favorito, o la figurita que ha conseguido coger u otra cosa que le haya llamado la atención. Sin embargo, al hacerlo descubrimos, muy a nuestro pesar, que la mordida es de una potencia increíble y que lo único que conseguimos es que se empecine más en no soltar su presa.

Nuestra mandíbula tiene la mayor capacidad de ejercer fuerza de todos nuestros músculos, así que si en nosotros es así, imaginemos lo que es en nuestra mascota. Por eso debemos cambiar el método de enseñanza para conseguir que nuestro cachorro de perro desee soltar el premio que ha conseguido en sus correrías.

Cambiar su punto de vista sobre la conveniencia de devolver el objeto

La forma de conseguir que suelte lo que queremos es negociar con él y ofrecerle algo a cambio que le parezca más interesante. De esta forma conseguiremos que lo haga de forma voluntaria y, en vez de que la experiencia le suponga una pelea por la posesión del objeto, lo habrá visto como algo positivo.

Lógicamente el intercambio deberá realizarse por algo que le guste verdaderamente. Lo mejor que suele funcionar es un premio de comida: una galletita, un trocito de salchicha, etc. Por supuesto, es un proceso que requerirá mucha paciencia, pero a la larga se verá recompensada. Nuestro cachorro de perro no saldrá huyendo con su trofeo entre los dientes y comprenderá que si lo suelta tendrá algo más rico a cambio.