Terapia felina: el TOC (I)

Terapia felina: el TOC (I)

El TOC, o trastorno obsesivo compulsivo, es una enfermedad que puede darse en diferentes mascotas. Sin embargo, los gatos, dadas sus características psicológicas, son más dados a sufrirlo que otras especies como los perros.

La psicología felina es muy complicada y muchas veces resulta indescifrable incluso para etólogos con una gran experiencia, para cuanto más para los dueños novatos que pueden ver como su gato se queda, por ejemplo, mirando fijamente un punto durante un largo periodo de tiempo. Cuándo parece que va a dejar de hacerlo, comienza a maullar como si realmente viera algo allí donde para nosotros no hay nada. Y esto puede hacerlo un día tras otro, de manera compulsiva.

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Esta es solo una de las muchas conductas repetitivas, que pueden llegar a ser obsesivas, que un gato puede llegar a desarrollar. Otras pueden ser el comer plásticos o lana, el chupar un cojín o el montar las zapatillas de su dueño.  Cada gato es un mundo y aunque hay comportamientos clásicos, algunos ejemplares son muy originales y desarrollan sus propias manías compulsivas.

Cuándo el gato no ceja en su empeño y esto llega a causar problemas serios ya sea porque son conductas peligrosas ya sea porque dificultan la convivencia con el animal, el veterinario puede recomendar acudir a un etólogo que evalúe si el animal puede sufrir TOC.

Conductas peligrosas

Algunas conductas felinas pueden llegar a ser muy peligrosas. Cuándo se trata de comer lanas o plásticos, es relativamente fácil que finalmente se produzca una obstrucción intestinal o incluso un envenenamiento.  En ocasiones el animal puede lesionarse rascándose o lamiéndose sin que exista un problema físico que lo justifique, hasta llegar a hacerse heridas.

Si hablamos de vocalizaciones (maullidos) entonces los problemas pueden venir por la convivencia, ya que pueden hacerle la vida imposible a sus compañeros humanos y, para más dificultades, a sus vecinos de edificio.

Encontrar la causa del TOC

Una vez eliminadas causas físicas y otras causas psicológicas, como el estrés, es tarea del etólogo y del dueño del animal encontrar la causa que origina la conducta.  Un etólogo trata al animal, pero lo hace en primera instancia a través de su dueño. Solo en casos graves acude al domicilio para observar al animal en su hábitat. No vale de mucho llevar al gato a la consulta ya que allí no se va a comportar como en casa y poco o nada va a poder ver el especialista.